Necesitamos colaborar entre diversas disciplinas para que el beneficio de la música revierta en la sociedad

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Aglutinar a diferentes investigadores entorno a la música para promover un debate multidisciplinar, contrastar opiniones, abordarla desde diversos ángulos para ofrecer una exposición
lo más completa posible de sus efectos en la evolución de nuestra especie, así como en las actitudes, emociones y el comportamiento social, ha sido la intención del ciclo “La música y su impacto en el cuerpo y la mente”, que el 4 de junio concluyó con la mesa redonda, titulada “Hacia donde se dirige la investigación en música”.

Componían la mesa redonda Antoni Rodríguez-Fornells, investigador del IDIBELL y de la Universidad de Barcelona y coordinador del ciclo, el etnomusicólogo de la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), Rubén López Cano y la investigadora del Centro de Regulación Genómica (CGR), Mara Dierssen. Moderaba Jordi Morató, director de comunicación del IDIBELL.

Seguido con gran interés por parte del público, que se hizo patente mediante una viva participación, la mesa recogió algunas ideas claves, apuntadas en conferencias anteriores e incidió, sobre todo, en el fenómeno social de la música como una herramienta comunicativa fundamental para la interacción, así como para la curación terapéutica y la estimulación cerebral. “No nos entenderíamos si no escucháramos música, es un factor fundamental para relacionarnos con otros miembros de la sociedad y compartir”, recalcó Rubén López.

 

Aplicación práctica al sistema educativo y sanitario

A pesar de la importancia que tiene la música en la evolución de nuestra especie y en el hecho demostrado de que la “música y la cognición están relacionados, produciendo plasticidad en áreas del lenguaje”, como recalca Mara Dierssen, la investigación de este fenómeno en el ámbito científico es relativamente reciente y todavía no se ha trasladado a la sociedad. “Los conocimientos que tenemos ahora sobre la incidencia de la música en las actitudes, la cognición y la plasticidad aún no se aplican al sistema educativo ni sanitario. Trasladar conocimientos a una práctica clínica significa superar demasiados obstáculos”, comenta Mara Dierssen. Sin embargo, parece paradójico que terapias tan sencillas como el canto, “que puede ayudar a los cuidadores de enfermos de Alzheimer a disminuir su carga de emociones negativas”, como recordó Rodríguez-Fornells, no puedan introducirse sistemáticamente en los modelos de educación general y de salud.

Dierssen explicó que hay muchos especialistas que trabajan en este tema y comentó que “ los tratamientos terapéuticos funcionan, pero son difíciles de demostrar que funcionan. Parece contradictorio, pero no lo es. Hay una variabilidad a la respuesta. Hay que hacer las cosas mesuradamente”.

“Formarse adecuadamente en la música o aplicarla de forma terapéutica significa tener en cuenta muchos factores”, comentó Antoni Rodríguez-Fornells. “Tendríamos que contar con centros multidisciplinares, ayudarnos entre diferentes ámbitos y campos científicos”. “Uno de los obstáculos para la interacción entre disciplinas es que en aras de la eficacia, las áreas científicas se cierran en vez de interrelacionarse”, opina Rubén López. De hecho, todos están de acuerdo en que la musicoterapia está evolucionando ahora gracias a la importancia que se le da desde el campo de las neurociencias. Según Mara Dierssen, “el cruce de caminos en neurociencias nos hace avanzar”.

 

Trasvase de conocimiento

El ciclo que se ha cerrado con la mesa redonda, ha dado un pequeño empujón a la colaboración multidisciplinaria para que la música y sus efectos terapéuticos beneficien a la sociedad en su conjunto. Como resumió Antoni Rodríguez-Fornells, ”hemos contado con paleontólogos, neurocientíficos, musicólogos, expertos en estudios del ritmo y en las vías auditivas para conocer el origen de la música y cómo ha evolucionado”.

El ciclo en su conjunto y la mesa redonda en particular, que ha aunado investigadores de diferentes disciplinas, es todo un ejemplo de interacción, de trasvase de conocimiento y de colaboración para procurar que la música, como fenómeno social y curativo y como herramienta de cohesión de grupo, se entienda mejor y para promover que sus beneficios reviertan en la sociedad. Como recalcó Jordi Morató, el moderador, “la música no es accessoria, sino que tiene un papel muy importante en nuestras vidas”.

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