La historia de la vacuna Ruti contra la infección tuberculosa latente daría para hacer un libro. Mientras hacía la tesis doctoral, Pere Joan Cardona hizo una observación revolucionaria sobre cómo el bacilo tuberculoso es capaz de permanecer inactivo dentro de los pulmones de las personas. En aquel momento, no se atrevió a hacer mucho ruido con su descubrimiento, que contravenía lo que estaba establecido desde hacía años, pero esa idea no se le fue la cabeza y se convirtió en el eje de su investigación a partir de entonces. El resultado de la investigación ha sido la Ruti, una vacuna terapéutica que podría ser capaz de reducir el tratamiento de la infección tuberculosa latente de seis meses a uno. En la historia de la Ruti también interviene un mecenas, la mujer y el cuñado del investigador y un montón de personajes misteriosos que se encuentran en el lado oscuro, el «dark side». Cardona explicó su aventura el día 16 de marzo en el Hospital Universitario de Bellvitge, dentro del ciclo de seminarios del IDIBELL.
Pere Joan Cardona es microbiólogo del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona-conocido popularmente con el nombre de Can Ruti-, jefe de la Unidad de Tuberculosis Experimental del Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud Germans Trias i Pujol y profesor asociado de la Universidad Autónoma de Barcelona. En 2005 fundó Archivel Farma, una empresa de la que es el director científico y médico, que produce industrialmente la vacuna Ruti en sus instalaciones de Badalona. Este fármaco iniciará la fase 3 de desarrollo clínico del producto, después de que la misma empresa haya completado las fases precedentes. Se trata de un caso insólito en nuestro país.
La historia comenzó a finales de los años noventa, cuando Pere Joan Cardona descubrió que, en la infección tuberculosa latente, los bacilos que provocan la enfermedad (Mycobacterium tuberculosis) no están dormidos, encerrados dentro de granulomas, como se creía y como continúan explicando los libros de medicina, sino que llevan a cabo una batalla continua contra el huésped. Apareció así la hipótesis dinámica de la infección latente, que integraba aspectos fisiológicos y clínicos de la enfermedad con aspectos patológicos y microbiológicos del bacilo.
Según esta hipótesis, después de producirse la infección, los bacilos son capaces de salir de los granulomas donde están confinados, sometidos a una situación de estrés. Salen de la mano de macrófagos espumosos y vuelven a infectar al individuo a través de aerosoles que llegan a los pulmones a través de las vías respiratorias. De esta manera, el paciente se reinfecta continuamente. En algunos casos, por motivos que no se conocen del todo, la infección se convierte en activa y provoca la enfermedad, lo que les acaba pasando a un diez por ciento de las personas infectadas.
A partir de la hipótesis dinámica, Cardona desarrolló una vacuna terapéutica, hecha con fragmentos inactivados del bacilo, que permite reconocer antígenos de bacilos en replicación o no replicativos, lo que aumenta la eficacia del control de la reinfección. La vacuna se complementa con el tratamiento antibiótico estándar (isoniazida), pero permite poder acortar a un mes el tratamiento, que ahora dura seis o incluso nueve meses. Esto es importante, porque un porcentaje muy elevado de personas con infección latente no termina el tratamiento, lo que, aparte de mantener la infección, provoca resistencias. Además, la isonazida tiene muchos efectos secundarios que desaconsejan que se pueda administrar a personas de edad avanzada o con otros problemas de salud durante tanto tiempo. El investigador bautizó la vacuna con el nombre de Ruti, en honor del hospital donde trabaja.
La aventura empresarial comenzó en el año 2000 en un restaurante chino. Entre fideos y rollitos de primavera, el investigador y su mujer, Isabel Amat, que es química, convencieron Pepe Martínez de que la idea podía ser rentable. Martínez era un empresario del sector de la perfumería que había vivido muchos años en Estados Unidos, donde la cultura del mecenazgo está muy extendida. Aportó financiación que permitió patentar fármaco y crear la empresa derivada Archivel Technologies, que más adelante se convirtió en la empresa biotecnológica Archivel Farma. En aquel momento el investigador comenzó su aventura empresarial. «Me puse en contacto con el ‘dark side’, el mundo de la empresa, y me di cuenta de que lo tenía que aprender todo», explicó Cardona en el seminario. El investigador vio que la investigación y la empresa se encuentran en polos opuestos -«el dinero y la investigación no se entienden»- y empezó a familiarizarse con conceptos que hasta ese momento le quedaban muy lejos, como «análisis de riesgo, optimización de capital, consejo de administración… incluso responsabilidad penal».
Al principio, la empresa estaba formada por el mecenas, el investigador, su mujer y su cuñado. Era, como la define el investigador, una «family office». Hoy, en las instalaciones de Badalona trabajan dieciocho personas. Archivel tiene autorización de la Agencia Española del Medicamento y de Productos Sanitarios para fabricar medicamentos de uso humano en investigación y las instalaciones permiten fabricar medicamentos biológicos estériles.
Fue la entrada de fondos procedentes de una entidad de capital riesgo lo que permitió sacar adelante el proyecto. En 2007 la vacuna se probó por primera vez en humanos. El ensayo se llevó a cabo con 24 voluntarios sanos. Fue un éxito. La segunda fase se ha realizado en Sudáfrica en personas con infección tuberculosa latente, algunas de las cuales también estaban infectadas por el virus del sida. El ensayo concluyó a finales del año pasado. También fue un éxito. Ahora, Archivel está a punto de comenzar la fase 3 de desarrollo clínico y Cardona prevé que en 2014 la vacuna pueda estar lista para salir al mercado. Pero para que la historia tenga un final feliz es necesario contar con financiación. «Hasta ahora nos hemos gastado diez millones de euros, pero necesitamos diez más; probablemente ahora estamos en el momento de mayor riesgo financiero». El investigador explica que la manera de conseguir recursos es a través del establecimiento de una red de colaboradores, con una estrategia win-win, en que todas las partes acaben ganando.
Negocio rentable
Pere Joan Cardona tiene claro que el producto debe ser atractivo para los inversores. La infección tuberculosa latente afecta a más de dos mil millones de personas en todo el mundo, un tercio de la humanidad. Cada año se infectan cien millones de personas y se mueren dos millones y medio por la enfermedad. Cada segundo muere una persona de tuberculosis. A pesar de que la infección está más extendida en países en vías de desarrollo, hay barrios de grandes ciudades europeas donde el número de infectados es muy elevado. En el Raval, por ejemplo, existe una incidencia de 150 casos por cada cien mil habitantes, una cifra similar a la de ciudades como Bombay. El sida y la inmigración han hecho aumentar considerablemente el número de personas infectadas en los países occidentales. Visto con los ojos del «dark side», la Ruti parece un negocio muy rentable.
La historia de la Ruti es un ejemplo de cómo «los científicos pueden ir de la mano del mundo empresarial para generar proyectos en los que el conocimiento tenga un efecto práctico en la sociedad», explica Cardona. Y, por último, advierte a los investigadores: «está bien tener buenas ideas, demostrar mecanismos de acción, hacer publicaciones importantes, pero aún está mejor poder trasladar los resultados a una empresa que los pueda revertir a los pacientes y crear riqueza.» Esto recuerda la misión del IDIBELL, ¿verdad?