En Cataluña cada año mueren unas 1.000 mujeres por cáncer de mama y 275 más por cáncer de ovario, según el
Registro de Cáncer de Cataluña. A pesar de los avances científicos a la hora de definir mejor los tumores y disponer de tratamientos cada vez más personalizados en función del paciente, las enfermedades oncológicas continúan siendo una de las principales causas de mortalidad de las sociedades avanzadas. En el caso de las mujeres, el cáncer las puede afectar durante sus años de fertilidad. Esto añade aún más consecuencias a la enfermedad. El 16 y 17 de noviembre expertos internacional en cáncer femenino se reúnen en CosmoCaixa convocados por
B·Debate, una iniciativa de Biocat y la Obra Social “la Caixa”.
En esta ocasión, el
Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL)
y el
Instituto Catalán de Oncología (ICO),en colaboración con el
Hospital Clínic
y el
Vall d’Hebron Instituto de Oncologií (VHIO), lideran este
encuentro donde investigadores de referencia mundial discutirán sobre los avances en la mejora de la prevención y el diagnóstico precoz; la identificación de nuevas dianas terapéuticas y la curación del cáncer, en especial de los más agresivos; y de qué manera pueden sumar esfuerzos investigadores, pacientes y asociaciones.
Consulta el programa del B·Debate “Women’s cancer” en la web de B·Debate.
El
cáncer de mama
es la enfermedad oncológica más frecuente entre las mujeres. Gracias a los programas de prevención que recomiendan hacerse una mamografía cada dos años a partir de los 50 años la prevalencia se ha reducido mucho. Además, los avances de las terapias ya hacen posible que un 85% de los casos se curen. En el caso del
cáncer de ovario
la supervivencia se sitúa alrededor del 50%: estos tumores se acostumbran a diagnosticar tarde y las terapias han avanzado hacia tratamientos dirigidos en base a alteraciones genéticas, sobre todo en los genes
BRCA1
y
BRCA2. La prevención y la detección precoz son herramientas clave para combatir el cáncer. Hasta ahora los programas de cribado han reducido mucho la mortalidad, pero en el futuro podría darse un cambio de paradigma. Por un lado, la evolución de las técnicas de secuenciación permite analizar varios genes simultáneamente. Esto ha permitido
estudiar un mayor grupo de genes en personas que tienen una sospecha clínica de predisposición genética. El grupo de cáncer hereditario de la Red Oncológica de Cataluña ha estudiado unas 1.200 personas con historia profesional y/o familiar de cáncer con diferentes genes vinculados al cáncer y ha identificado un gran número de alteraciones, algunas de las cuales habrían pasado desapercibidas con las técnicas tradicionales. Por otro lado, se ha desarrollado una
prueba genética
(polygenic risk score) que analiza una colección de genes asociados al riesgo de desarrollar cáncer. Ya se han identificado más de 200 variantes genéticas relacionadas con la susceptibilidad al cáncer de mama y de ovario. Esta prueba, combinada con otros factores de riesgo conocidos, podría ayudar a seleccionar aquellas mujeres de la población general a quien se les tienes que hacer un seguimiento con mamografías y otras pruebas, y no a todas como hasta ahora. El Reino Unido ya han puesto en marcha una prueba piloto.
Un ejemplo de prevención es la vacuna del
virus del papiloma humano
(VPH), que ha disminuido drásticamente los nuevos casos de
cáncer de cuello de útero, o de cérvix. Australia fue en 2016 el primer país en implementar la vacunación tetravalente con cuatro tipos de virus: dos para combatir el cáncer de cuello de útero y dos para las verrugas genitales, manifestación benigna habitual en las primeras relaciones sexuales. La prevalencia de estas verrugas ha pasado del 20% al 2%. La prevención también ha reducido mucho las lesiones por preneoplasia, alteraciones en el cuello del útero previas al cáncer que ahora se detectan con la prueba de Papanicolaou y se pueden extirpar. En Dinamarca se han reducido hasta un 80% las lesiones preneoplásicas severas y el cáncer de cuello de útero. Más de 11 países han notificado disminución de verrugas genitales y lesiones preneoplásicas cervicales, incluido España. Si en mujeres no vacunadas se registran 133,5 nuevos casos anuales por cada 100.000 mujeres, la incidencia entre las mujeres vacunadas baja hasta 7,7 nuevos casos. En Cataluña y a Valencia se han detectado reducciones significativas de las verrugas genitales en las cohortes de chicas vacunadas.
Los investigadores defienden un modelo de medicina e investigación más participativa que implique a la sociedad y permita que las pacientes puedan tomar decisiones informadas: por ejemplo, si se inclinan para hacerse una masectomia para evitar un posible episodio de cáncer de mama en caso de tener un riesgo elevado o qué terapia escogen en función de la eficacia y la toxicidad. B·Debate propone el 17 de noviembre un debate abierto, donde participarán periodistas, expertos en bioética, especialistas en oncología y consejo genético, federaciones de pacientes, investigadores y otros.
20/11/2017