Después del epigenoma: el epitranscriptoma

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Nuestro Genoma está formado por nuestro ADN (Acido Desoxirribonucleico) en forma de 6,000 millones de piezas que combinan cuatro “sabores”: A, C, G y T (Adenina, Citosina, Guanina y Timina). Es nuestro Abecedario. Pero a esta base se suma la regulación de la misma, que sería la ortografía y la gramática de ese abecedario: es lo que denominamos la Epigenética.
En la epigenética, destaca una señal de acentuación: la metilación del ADN, que significa tener una C o una metil-C. La primera suele significar que un gen esta expresado y activo, mientras la segunda que un gen esta callado e inactivo. Nuestro ADN “habla” cuando produce otra molécula llamada ARN (Acido Ribonucleico). Hasta hace muy poco, se creía que dicha molécula solo era un intermediario poco regulable capaz de producir proteínas (como la insulina, la hemoglobina y otras) a partir de la orden del ADN.
Hoy, un artículo publicado en Cancer Discovery por Manel Esteller, Director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), Investigador ICREA y Profesor de Genética de la Universidad de Barcelona, ​​nos explica que ese ARN también tiene una ortografía y gramática propias, igual que el ADN. Se trataría de la Epigenética del ARN, también denominada Epitranscriptómica.
«Es conocida la paradoja de que a veces el ADN produce un ARN pero éste acaba no originando la proteína. Como en estos casos la alteración no está ni en el genoma ni el proteoma, pensamos que debía estar en el transcriptoma, es decir, en la molécula de ARN”, comenta el Dr. Esteller. “En los últimos años, nos hemos dado cuenta de que nuestro ARN está altamente regulado y si a nivel de ADN solo dos o tres modificaciones lo controlan, pueden existir centenares de pequeños cambios en el ARN que controlan su estabilidad, su localización intracelular o su maduración en los seres vivos”.
En células humanas este campo se ha empezado a estudiar en detalle en los últimos cinco años. “Por ejemplo, ahora sabemos que el ARN se puede metilar igual que el ADN y de forma altamente específica”, comenta el Dr. Manel Esteller, “y aún más recientemente hemos observado que estas modicaciones epigenéticas del ARN pueden ser claves en la regulación de los ARN “guardianes”, denominados ARN no codificantes.”
El artículo apunta además a que el Epitranscriptoma podría verse alterado en algunas enfermedades humanas, mientras que también se están descubriendo alteraciones en genes responsables del cáncer. “Será una etapa de investigación excitante para ésta y la proxima generación de científicos”, concluye el investigador.

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